Proviene de una técnica milenaria aunque a su vez posee todo el lenguaje propio de España, la variedad en que se a aplicado no tiene fin. Además de la sutileza estética y funcionalidad a la hora de aplicarlo en diferentes espacios del hogar interior o exterior: pueden ser azulejos, adornos y/o productos de alto tránsito, guardas para piletas, baños y ornamentar pisos, o fuentes de jardines son capaces de soportar frío, calor y agua, horneados a 1060°C y elaborados cuidadosamente a mano.
La técnica popularmente conocida como "cuerda seca", a la que combinan con el tradicional estilo colonial. Artistas de las mayólicas española, árabe, mexicana y marroquí convergen en diseños, técnicas y colores. Los ornamentos, las líneas desatadas, ondulantes, dramáticas y expresivas forman parte de cada uno de los productos artesanales, elaborados íntegramente con insumos nacionales.
La ciudad de Sevilla cuenta con
una de las mayores tradiciones
de la cerámica estanífera policromada
española, alcanzando
el mismo relieve y prestigio
con que cuentan Talavera de la
Reina, Puente del Arzobispo,
Muel, Alcora, Granada o Manises,
como principales enclaves
de la cerámica artística no sólo
española, sino también europea,
debiéndose añadir a este
grupo privilegiado la denominada
cerámica catalana.
La cerámica sevillana tuvo su esplendor
entre los
siglos XVI y
XVIII, habiéndose recuperado en la actualidad
por diferentes tallere s
ubicados en la capital y en localidades
próximas.
La conquista del Valle del Guadalquivir
en el siglo XIII, por
Fernando III el Santo, propició
que la técnica ornamental de la
cerámica de Sevilla del siglo
XIV, y de parte del XV, reflejase
el influjo de los estilos mudéjar, gótico y renacentista ,
como testimonios de pasado
musulmán, del gótico internacional,
que acababa, y del renacimiento
toscano que se iniciaba.
Pese a ser tres estilos diferentes,
se da en ellos una variada
composición geométrica
que corresponde a las ornamentaciones
características del
mudéjar.
Esa época configura la cerámica
sevillana a partir de influencias
provenientes de Italia y
China, pero que recogen plenamente
la herencia musulmana de la ciudad. Este pasado musulmán,
se caracterizó, entre
otros aspectos, por la aplicación
de la técnica de la cuerda
seca en las vajillas. Ya en el
siglo XV, con temática de influencia
árabe y decoración por
el sistema de estampillado, se
inicia la nueva cerámica vidriada
que acabará abocará en la
renacentista del XVI.
De los primeros tiempos de la
cerámica vidriada de Sevilla,
aplicada a azulejos, se pueden
observar testimonios en el Alcázar
y en la portada de la iglesia
de Santa Paula.
En la Sevilla del siglo XVI se alcanzó
el apogeo de la cerámica
renacentista, que en sus vajillas
se denominó Pisana, en recuerdo
del influjo de Nicolaso
Pisano. Esta cerámica tuvo ciertas
similitudes con la de Talavera
de la Reina de la misma
época, aunque en el caso de
esta ciudad toledana el influjo que determinó su personalidad
cerámica provenía de Delft (Holanda)
y de Florencia (Italia).
La cerámica sevillana del XVI
tuvo una aplicación especial en
el azulejo, caracterizándose por
un brillo especial que pro v e n í a
del predominio de colores azul
claro, verde, melado y blanco.
Este azulejo del XVI también
contó con la influencia de Pisano,
quien introdujo el azulejo
plano, frente a las técnicas de la
cuerda seca y de la de cuenca o
arista, que procedían del siglo
XII y posteriores .
Tras el influjo italiano que
aportó Pisano en la primera
mitad del XVI, en la segunda
mitad del mismo siglo aparece
una influencia flamenca que introduce
Cristóbal de Augusta,
perfectamente relacionada con
el estilo italiano. Esta tendencia
se observa en los zócalos de
los salones de Carlos V en el
Alcázar.
El siglo XVII supone una época
de continuidad técnica en el
trabajo de la cerámica del siglo
anterior, caracterizándose por
la realización de grandes cuadros
con temas religiosos que
decoran las fachadas de las
iglesias. Este siglo es el del
apogeo, en formas y ornamentaciones,
de los principios estéticos del barroco.
Ya en el siglo XVIII aparece
una corriente que tiende a imitar
piezas y temas chinos, sobre
todo en platos policromados
que aportan una decoración
tenue de motivos florales. Es en
esta época cuando se inicia el
azulejo de montería, que aparecerá
en numerosos objetos y
que supone una aportación específica
sevillana.
En este Siglo de las Luces se
pierden el brillo y luz característico
de la cerámica sevillana
del XVI, para dotándose de
una nueva estética, pasar a emplear colores
de tonos mas
oscuros ,
como el
morado, el
marrón y el
ocre. Esta
situación de
falta de brillo
en la cerámica,
coincide con la pérdida
del poderío económico que
caracterizó a la Sevilla navegante
y comercial que monopolizaba
la relación con las Indias.
La pérdida de poder es
consecuencia de que la Casa de
Contratación se instalara en
Cádiz.
Además de las muestras ya
mencionadas de cerámica y
azulejería existentes en el Alcázar y en Santa Paula, debe afirmarse
que los conventos y los
palacios o la Casa de Pilatos,
son un muestrario abierto y
magnífico de la cerámica de la
ciudad. En cualquier barrio sevillano,
en las calles próximas a
la Puerta de la Carne, la Puerta
de Carmona ,
San Bernardo,
la Macarena,
San
Lorenzo, la
Alameda y
de modo especial
en
Triana, aparece
con un esplendor
y escenografía extraordinarios
el mundo del azulejo.
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